Gabriel Veyre termina sus estudios de farmacia y ve la oportunidad de salir adelante con los industriales Lumière, quienes a comienzos de 1896 están reclutando operadores para el recién inventado cinematógrafo. Dados sus conocimientos de química, su juventud, su espítitu aventurero y su gran necesidad de ayudar a la familia en mala situación económica, Veyre era un candidato ideal, y así fue entrenado para recorrer el mundo como filmador y exhibidor.
Con un cinematógrafo, un trípode, un soporte para el aparato y la lámpara, carretes de madera y de metal, juego de lentes, rollos con "vistas" del repertorio Lumière, latas con película sin impresionar, frascos de químicos, el recipiente esmaltado para revelar, una linterna o lámpara de arco, una reserva de carbón y un reembobinador para película emprende su gran aventura. Veyre se embarcó en el puerto de Le Havre, el 11 de julio de 1896, en un primer viaje hacia América. Tenía como misión presentar el cinematógrafo en México, Venezuela, Colombia y las islas del Caribe, y además filmar nuevas "vistas" de esos países para enriquecer el repertorio de la Casa Lumière.
Entre 1896 y 1897 produjo y dirigió en México 35 películas, junto con Bon Bernard asistiéndole como camarógrafo. Allí presenta la primera función de cine ante mil quinientos invitados el 14 de agosto de 1896. "Velada de inauguración espléndida", le escribe a su madre. Durante los seis meses que permaneció en ese país, filmó numerosas "vistas". El dictador Porfirio Díaz, encantado de codearse en el celuloide, en los programas Lumière, con el zar Nicolás II y con el presidente francés Félix Faure, permitió que lo filmara.
En México filmó algunas vistas que resultaron demasiado polémicas. La ejecución de Antonio Navarro, un soldado acusado de traición y condenado a muerte, provocó escándalo y rechazo en el público; la película desapareció y Veyre ni la menciona en la correspondencia habitualmente detallada con su madre. Y un duelo con pistola entre dos diputados, que generó el rechazo del público porque no se le advirtió que se trataba de una reconstrucción ante la cámara de un hecho real. Así, Veyre va conociendo en la práctica las posibilidades y riesgos de manipulación del cine, y con el tiempo asume con independencia una posición que no buscaría embellecer o trucar la realidad.
Tras dejar México, continúo su viaje hacia Cuba, donde filmó la primera película realizada en suelo cubano. Protagonizada por los bomberos de La Habana, marcó un hito en la historia cinematográfica de Cuba. Luego, continuó su viaje por Venezuela y Colombia. Posteriormente viajó a Canadá, Japón, China e Indochina.
Durante su viaje por Oriente escribe unas "Notas sobre el Japón" que constituyen un ensayo sobre esa cultura y demuestran una visión compleja del Japón Meiji, con críticas a la modernización que destruye las tradiciones. No filmó las "japoneserías" que esperaban sus patrones para los públicos europeos. Sus vistas resultaron más realistas que "exóticas", y la mayoría no fueron exhibidas en París, porque mostraban un Japón demasiado pobre y cotidiano, que no respondía a las expectativas de los asistentes a la Exposición Universal, donde los Lumière habían instalado una pantalla gigante. Esto significó el fin de su contrato con la Casa de Lyon.
Veyre se diferencia de otros empresarios de espectáculos y hombres de feria en que reflexiona acerca de su instrumento de trabajo y del lenguaje que conlleva, se pregunta por los difusos límites entre realidad e imagen de la misma en el nuevo medio, por el respeto hacia lo filmado, por los criterios de selección y otros temas que desbordan el encargo de los industriales Lumière.
Parte de su obra es preservada en la cinemateca francesa.
Fuente:
Wikipedia
con cambios en el texto original
Barbikiupop
Cine Errante Classics
Wikimedia Commons
con cambios en la imagen original
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